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Posts Tagged ‘Victoria Ocampo’

Como una de las tantas formas de celebrar el Bicentenario argentino, el Centro Cultural de España en Buenos Aires propuso analizar la fecunda relación entre los cines de ambos países. El resultado fue un seminario, “Imágenes compartidas”, una muestra y un ciclo de proyecciones. Un libro recoge el punto de encuentro tan relevante entre las dos sociedades. Aquí, el ex director del Incaa aborda el cine como disparador para observar los ciclos histórico-sociales de ambos países.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La iniciativa del Centro Cultural de España en Buenos Aires de celebrar el Bicentenario argentino mediante el análisis de la relación entre los cines de ambos países, constituyó una original convocatoria que desbordó los márgenes del tema propuesto. El libro que se presentó en el Festival de Mar del Plata fue una prueba acabada de los sentidos múltiples desde los que puede ser analizado el tema. Todo empezó el año pasado con el seminario que con el mismo nombre, “Imágenes compartidas”, se realizó entre el 1º y el 3 de diciembre en el apropiado marco del Teatro Margarita Xirgu, y continuó este año con una muestra y con un ciclo de proyecciones en la porteña La Noche en Vela.
La participación de investigadores de ambos países con la coordinación de Diego Galán y mía, permitió la producción de un volumen que es el primero destinado a analizar un punto de encuentro tan relevante entre los dos países. El diálogo del seminario con un destacado grupo de cineastas, investigadores, periodistas, actores y productores para reflexionar sobre el tema propuesto, también permitió el enriquecimiento del trabajo editorial.
Si bien el cine es el eje de todas las reflexiones reunidas en este volumen, pudo demostrarse que a través de esta expresión cultural e industrial es posible analizar los múltiples lazos entre ambos países y el derrotero en muchas oportunidades no coincidente de sus ciclos históricos.
Siempre recuerdo que el titular de la primera cátedra que integré en la Facultad de Derecho de la UBA, Carlos Colautti, había escrito su tesis doctoral sobre “La libertad de expresión y la censura cinematográfica” y que ese ensayo fue para mí una lectura reveladora de cómo los autoritarismos se habían impuesto y organizado en nuestro país desde el ominoso golpe de la misma forma al analizar desde múltiples puntos de vista la relación entre el cine argentino y el cine español desde sus orígenes hasta el presente, aparecieron hechos demostrativos de cómo ambas culturas se relacionaron a través del tiempo.
Argentina fue multicultural cuando el mundo no lo era. Ni siquiera se había acuñado esa expresión mientras en nuestra sociedad convivían en el mismo grupo social personas de diferente origen nacional. Por eso, la aparición de una abuela, una madre, un tío, patrón o sacerdote español en una película argentina sólo retrataba la realidad de un país que se formó con la integración de criollos, colonizadores e inmigrantes.
Ambos cines se conectaron en formas explícitas e inadvertidas, en las expresiones estéticas vanguardistas o en los géneros populares. Desde la presencia infaltable en una experiencia de avanzada de Victoria Ocampo en la producción del filme perdido Tararira en la década del 30, con la participación del cuarteto de laúdes de los hermanos Aguilar, de origen español, que había visto en su presentación para Amigos del Arte. El investigador argentino Gonzalo Aguilar rescató esta experiencia para demostrar el intercambio en los orígenes de nuestras cinematografías que se continúan luego de la consolidación del cine sonoro con la presencia de la canción popular española en nuestra pantalla o de tantos actores argentinos en la cinematografía ibérica, y que los demás autores analizan enfatizando la diversidad de vínculos notable y continua entre ambas comunidades.
Si lo analizamos desde la economía cultural, la producción del audiovisual, en especial en las últimas décadas, se ha incrementado en forma muy beneficiosa. La asociación de productores y empresas de ambos países se ha ampliado en cantidad y calidad. Tal vez sólo el público muy atento a leer los créditos de las películas advierte que muchas producciones que por su contenido son argentinas tuvieron un importante aporte financiero español para su producción. Así ocurrió con El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar al mejor filme extranjero, o Las viudas de los jueves, ambas basadas en obras literarias de autores nacionales y de indudable temática argentina.
Contra mi voluntad. La relación más recurrente estuvo dada por los exilios. Los forzosos y los voluntarios, los políticos y los económicos. Y hasta la decisión meramente existencial de trasladarse para buscar otra atmósfera donde la lengua no fuera un obstáculo. Ambos países fueron generosos ante la adversidad sufrida por los emigrantes y los sets de filmación también se convirtieron en territorios de refugio para quienes buscaban continuar con su destino.
En Argentina, se filmó la primera versión de Bodas de sangre, de Federico García Lorca, con Margarita Xirgu como protagonista, y Rafael Alberti, María Teresa León o Alejandro Casona –entre muchos otros– escribieron guiones para el cine argentino y así sucedió en los restantes rubros que integran la realización de una película.
En un diálogo sostenido por Diego Galán y Sergio Renán el pasado año, recordaron el Festival de San Sebastián de 1974 –festival que después Galán dirigió con gran éxito–, en el que se presentó en la sección de nuevos realizadores (Zabaltegui) La tregua. Allí se conoció la amenaza de muerte que la Triple A había dirigido a muchos actores argentinos, entre ellos Héctor Alterio, que protagonizaba la película y estaba en la delegación. El cine español le dio hospitalaria recepción y en muy poco tiempo lo convirtió en una de sus figuras más relevantes. Al año siguiente, aparece en la inolvidable Cría cuervos, de Carlos Saura, donde encarnaba a un militar que muere y es velado con su uniforme.
También en esa película participó otro singular actor que tuvo que exiliarse en España, donde murió hace muy pocos días. Me refiero a Walter Vidarte, que cumplió un derrotero que muestra la trama existencial que une las expresiones culturales de ambos países. Vidarte era uruguayo y se formó con la exiliada actriz española Margarita Xirgu. En la segunda mitad de la década del cincuenta, viene a buenos Aires de la mano de Rubén Cavalloti para protagonizar en teatro Acuérdate del Angel y en cine Procesado 1040 y Gringalet. Luego se convierte en un actor inconfundible del gran cine de autor de los 60. Manuel Antón, Lautaro Murúa, Leopoldo Torre Nilsson, Leonardo Favio, David José Kohon, entre otros, lo convocan para que su talento y su peculiar máscara enriqueciera sus obras. Luego de ser uno de los intérpretes de La tregua, con la que el actor y compañero de elenco en algunas películas, Sergio Renán, debuta como director, el exilio lo lleva a la tierra de su maestra cuando la dictadura franquista concluía. Secuelas que dejan los autoritarismos.
En otro diálogo sostenido frente al público del Teatro Margarita Xirgu entre Carlos Morelli y Claudio Minghetti se recordó la semana de cine español en las postrimerías de la última dictadura militar argentina, hecho que desbordó su carácter cinematográfico y se convirtió en el pre-anuncio de la posibilidad de que los argentinos nos expresáramos en libertad y analizáramos nuestra historia a través del cine.
Los que vivimos con entusiasmo la transición democrática en Argentina, no podemos olvidar la exaltación que nos provocaron películas como Solos en la madrugada o Asignatura pendiente, éxitos populares comparables con los del cine de Hollywood y motivo de encendidas charlas de café.
En la transición democrática española una mujer ocupó un espacio central en la realización y en la gestión pública del audiovisual. Pilar Miró, tanto detrás de cámara como al frente del organismo de promoción audiovisual, fue una figura fundante del cine posfranquista. La proyección de El crimen de Cuenca en la citada semana de cine español provocó una de las ovaciones más estruendosas y emocionantes que haya presenciado en una sala de cine. Al comenzar la democracia argentina, también una mujer –María Luisa Bemberg– produjo el primer gran éxito del cine argentino en libertad, Camila, una reflexión sobre los derechos humanos violados en los autoritarismos argentinos.
Creo que uno de los máximos logros que la defensa de los derechos humanos puede enarbolar la sociedad argentina, fue el desmantelamiento del sistema de censura cinematográfica que desde 1938 –con esporádicas primaveras y variantes entre los distintos gobiernos– se había impuesto para cercenar o prohibir la pluralidad de pensamiento y expresión.
La influencia de España y el comienzo de una relación bilateral entre ambas cinematografías sin tijeras, es innegable y ha dejado su rastro en cientos de obras.
Las salas de Buenos Aires exhiben hoy producciones que demuestran la presencia notoria de España en nuestras películas. La belleza y el talento de Pilar López de Ayala en Medianeras de Gustavo Taretto o la participación de numerosas entidades y productores españoles en Un cuento chino, de Borensztein, o Mía, de Javier van der Couter, son ejemplos de este intercambio vivo y enriquecedor.
Este libro de cuidada edición y bellísimas fotografías, reafirma la expresión del legislador boliviano Pedro Susz que, al defender su propuesta de ayuda al audiovisual, dijo que un pueblo sin cine es un pueblo sin memoria.

 

Publicado el pasado sábado 12 de noviembre en el semanario Perfil

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En la Alianza Francesa se presentó el filme «Tres fábulas de Villa Ocampo», con la dirección de Mariano Llinás y Alejo Moguillansky y textos de Santiago Palavecino. También participó Agustín Mendilharzu. Un grupo de brillantes representantes de la cultura argentina que intentan acerarse a un polémico pero inevitable personaje de la cultura del siglo XX, como lo es Victoria Ocampo.

Me alegró verla y compartir la charla posterior con los creadores.

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Rayuela y Laberinto
La imponente sede que alberga la feria del libro en la ciudad alemana ofrece la posibilidadde un juego de saltos en un extendida oferta de casilleros marcados con números yletras, pero también la alternativa de perderse entre la red de stands, patios, escaleras ycintas mecánicas que unen los distintos bloques que la integran. Rayuela y laberinto quetambién propuso Argentina como símbolos de nuestra literatura en el amplio espacio queocupó como país invitado.
La compleja trama del mundo editorial se teje ante el visitante sin interés negocial connitidez porque la sucesión de escaparates, puntos de encuentro, ediciones, traduccionesson el paisaje del febril cambio de personajes en las mesas donde se realizan lascitas entre editores, agentes literarios y otros actores en la empeñosa búsqueda detransacciones.
Muy diferente a la Feria del Libro de Buenos Aires, aquí no se venden ejemplares al lectorsino que se realizan negocios para que los textos circulen por el mundo en la diversidadde formatos existentes. El público entra los dos últimos días cuando las operaciones hansido concertadas y si cumplen el rito de hacerlo disfrazados –lo que sucede en cantidadnotable para el visitante desprevenido – recibe beneficios en el precio de la entrada.
El mundo del libro se ha ampliado y ya no se limita al objeto en papel con el cual lo hemosidentificado, sino que las tecnologías digitales han multiplicado la posibilidad de formatosy plantean temas de debate impensables pocos años atrás. Los “e-books” resplandecenen los escaparates de editoriales de múltiples procedencias.
En mi condición de invitado por CADRA –entidad que protege los derechos de autoresy editores frente a la reproducción gráfica de sus publicaciones- mi interés en observarcómo se multiplican las nuevas formas de contener y difundir un texto fue una motivaciónespecial, así como también analizar el estado del debate respecto de los derechos eintereses en pugna en este nuevo mundo.
Los argentinos no estuvimos ausentes en este tema, pues con el auspicio de la FundaciónHeinrich Böll Stiftung- Cono Sur- y la Fundación Vía Libre y edición de Beatriz Busanichese presentó el libro “Argentina Copyleft: La crisis del modelo del derecho de autor y lasprácticas para democratizar la cultura”, importante aporte para la discusión de un temadel siglo XXI -ausente en la discusión pública de nuestro país todavía anclada en temasdel siglo XIX como la división de poderes-, pero que atraviesa la cotidianeidad de quienestenemos el privilegio de haber incorporado a nuestras vidas los múltiples aparatos quepermiten la circulación de textos.

Mencionado acto se realizó dentro del espacio de encuentros del pabellón ocupado porlas editoriales francesas y contó con la presencia de la ya mencionada editora y autora,del Vice-Presidente de la Legislatura porteña y especialista en temas de propiedadintelectual, Dr. Julio Raffo y Patricio Lorente, investigador de la Universidad de La Plata.Tanto el debate de los oradores como los trabajos de investigación que componen el librodejan planteado el mayor desafío que enfrenta la actividad autoral y editorial: resolver laconvivencia armónica entre el derecho de acceso a la cultura que los nuevos métodos decirculación de obras ofrecen y el derecho patrimonial de autores y editores. Sin duda, untema esencial del presente que deberá resolverse en el futuro próximo sin olvidar que elbien común es un fin esencial del estado.

Argentina, cultura en movimiento.
Esta fue la frase elegida para presentar a nuestro país en la Feria como invitado de honor,ardua tarea que cumplió eficazmente COFRA (Comité Organizador para la presentaciónargentina en la Feria de Frankfurt) a cargo de la Embajadora Magdalena Faillace,infatigable gestora cultural, que implicó el montaje del pabellón especial situado en unespacio llamado “Forum” y la organización de múltiples actividades dentro y fuera de laferia, de muy compleja logística.
El diseño, la luz y la imagen, fija o en movimiento, fueron los medios protagónicos parapresentar nuestra literatura y nuestro país. Una rayuela dibujada en el piso daba accesoa un laberinto compuesto por paneles que evocaban a figuras destacadas de la literaturaargentina del siglo XIX y XX. El tributo que los símbolos elegidos rendían a Cortázar y aBorges, resultan concordantes con el rol de “íconos” de nuestra literatura que tambiénse les concedió y que multiplicaban su imagen fuera de los límites del laberinto en quequedaban circunscriptos sus colegas.
La selección de los escritores que conformaban los distintos paneles de ese laberintofue plural en todos los aspectos de la expresión literaria. El pasillo central lo ocupabanErnesto Sábato, Victoria Ocampo, José Hernández, Silvina Ocampo y Adolfo BioyCasares y en los pasadizos desfilaban figuras tan disímiles como Esteban Echeverría,Sarmiento y Bartolomé Mitre, junto a Manuel Mujica Lainez, Leopoldo Marechal yArmando Discepolo o Roberto Arlt, Manuel Puig, María Elena Walsh y Juan JoséSaer, sólo por nombrar sin ninguna intención selectiva a algunos de los casi cincuentacreadores elegidos, con la intención de dar cuenta de la variedad de épocas, estilos ycorrientes.
En cada panel el nombre del autor era acompañado por el título de una de sus obras yun texto que deliberadamente en algunas ocasiones pertenecía a otra obra. Así el casode Alfonsina Storni, en el cual se seleccionó su libro de poemas “Ocre” y el terceto finalde “Voy a dormir”, soneto escrito antes de su muerte en 1938.
En las vitrinas de esos paneles podían encontrarse objetos singulares como la ediciónde “Adán Buenosayres” ilustrada por Butler o el grabado original de Castagnino parael “Martín Fierro”, que publicó Eudeba, primeras ediciones o ediciones de bolsillo o lareproducción de una imagen que identificaba al autor (el dibujo de una diva del cine deoro para Manuel Puig).Una acertada idea fue acudir a pequeñas pantallas que reproducían segundos de películas basadas en las obras de los escritores expuestos. Y creo relevante destacarloporque no hay conciencia del gran aporte que la literatura hizo al cine argentino y comocontrapunto la función que el cine cumplió en la difusión masiva de esas obras. Tampocome parece que se recuerde que grandes títulos de nuestro cine tienen su origen en laliteratura. Desde “La guerra gaucha”, dirigida por Lucas Demare sobre la adaptacióndel texto homónimo de Leopoldo Lugones hasta la exitosa “El secreto de sus ojos”, deJuan José Campanella sobre la novela de Eduardo Sacheri, la relación ha sido arduay fructífera. Casi toda la obra de Mario Soffici, Leopoldo Torre Nilsson, Manuel Antín oSergio Renán fueron adaptaciones de textos literarios de autores argentinos.
En las vitrinas se pudieron rescatar imágenes de “Prisioneros de la tierra” (Mario Sofficcisobre Horacio Quiroga) , “El salón dorado”( Barney Finn sobre el cuento de MujicaLainez), “Boquitas Pintadas” (Torre Nilsson sobre la novela de Manuel Puig), “El poderde las tinieblas” (Mario Sábato sobre “El informe sobre ciegos” de su padre Ernesto) ,“Rosaura a las diez” (nuevamente Soffici sobre Marco Denevi), entre otros títulos delcine argentino que tuvieron a la literatura como fuente argumental.
Y apareció un caso que integra uno de los mitos de la relación entre el cine y la literaturanacional: la vinculación entre “Hace un año en Marienbad”, de Alain Resnais y “Lainvención de Morel”, de Adolfo Bioy Casares. En la vitrina destinada a Bioy, una pantallareproducía secuencias de esta obra emblemática del cine francés, que no reconocecomo fuente de inspiración la célebre novela. Consulté entonces a Edgardo Cozarinsky,que desde sus vacaciones en la apacible Villefranche-sur-mer, resolvió mi duda y mecontestó que la relación nacía de una nota que el guionista de la película, Alain Robbe-Grillet, había realizado en 1953 en la revista “Critique”, dirigida por G. Bataille, luego deaparecida la traducción francesa de la novela de Bioy, que puede leerse como un anticipode una idea para el filme de Resnais. Desde allí y pese a no figurar en los créditos delfilme, la vinculación se convirtió en una leyenda de nuestra pequeña historia literaria, muybien honrada en la muestra de Frankfurt.
Un espacio especial dentro del pabellón ocuparon los escritores y periodistasdesaparecidos en la última dictadura militar. Un panel con sus fotos y sus nombres,los pañuelos de las madres simbolizando la lucha por la justicia, una vitrina con loslibros prohibidos, constituyeron junto con la presentación de la “Antología de escritoresdesaparecidos” el homenaje a las víctimas del despiadado período de nuestra historiareciente.

Escritores en primer plano.
Los escritores argentinos, presentes y ausentes, ocuparon un primer plano de atenciónen la prensa favorecido por el programa denominado “Sur” que antes de la celebraciónde la Feria y con una encomiable labor de su comité de selección (integrado porMagdalena Faillace, Noe Jitrik, Horacio González, Horacio García, Mario Goloboff y SilviaOppenhayn), subsidió la traducción de doscientos cincuenta y tres títulos a las másvariadas lenguas y que permitió que muchas obras y autores aún no traducidos lograranla atención de editores alemanes. Por eso, cuando se hacía un paseo por el monumentalpabellón del país organizador nos encontrábamos con escritores argentinos ofrecidos ensus catálogos, pues Alemania recibió cincuenta y siete de esos subsidios. También sepodía ver obras de autores nacionales en los escaparates de las librerías de la ciudad.

Así las editoriales Suhrkamp e Insel, integradas a partir de 1963, entregaban uncatálogo específico de literatura argentina, con traducciones de autores ya clásicoscomo Roberto Arlt, Julio Cortazar, Manuel Puig o de las nuevas generaciones comoLaura Alcoba, Leopoldo Brizuela, Martín Kohan o Samantha Schweblin entre otrosnumerosos autores que despertaron el interés de editores alemanes. Esta editorial realizórecientemente en el Museo de la Literatura Moderna de Marbach una exposición sobreliteratura latinoamericana, denominada “Cortazar, Onetti, Paz. El gran sur de Suhrkamp”que mostró la más completa colección de la literatura de este continente, ya que elmencionado sello promovió intensamente el descubrimiento de la América Latina literariae intelectual, que en esta ocasión favoreció la presentación de escritores argentinos.
También la prensa prestó especial atención a la literatura argentina y su diversidadde exponentes. Como ejemplo, basta el suplemento literario del Die Zeit, uno de losprincipales diarios germanos, que dedicó su Nro. 40 de septiembre de 2010 a destacaresta diversidad con texto de tapa de Martín Kohan y extensas notas sobre VictoriaOcampo y César Aira. El suplemento reseña la activa y diversa expresión de nuestraliteratura, con artículos y fotografías de Osvaldo Bayer, Sergio Bizzio, Carlos Busqued,Martín Caparrós, María Sonia Cristoff, Pedro Mairal, Alan Pauls y Claudia Piñeiro, entreotros.
Así los escritores argentinos ocuparon una atención central de los medios alemanes ymostraron la diversidad cultural que es símbolo de nuestra cultura y marca de época eneste período de la civilización.

Editores en su espacio
En un encuentro donde el centro es el intercambio entre editores, estos ocuparon unespacio propio en otro piso del pabellón compartido con editoriales de habla hispana.Con algunas quejas por la distribución y tamaño del ámbito, las editoriales argentinasocuparon el stand de acceso a la gran sala, decorado por fotos emblemáticas depersonajes de nuestra literatura (Macedonio Fernández, Norah Lange) o de grandeseditoriales (reunión del grupo Sur). Allí se realizaban los encuentros entre editoresargentinos y posibles interesados internacionales en las obras. Los resultados de esasnegociaciones nos darán el indicio del impacto que tuvo la feria para establecer o renovarlas relaciones de nuestras editoriales con sus pares extranjeras y el éxito del intercambiobuscado.
En un espacio reservado a la organización de mesas de debate con participación depúblico, se realizaron numerosas actividades para reflexionar sobre diversos aspectos dela literatura y sus modos de difusión. En este marco hubo un original debate coordinadopor Gabriela Massuh y en el que participó el argentino Carlos Díaz (Editorial Siglo XXI),la alemana Anke Simon y el inglés Hill Swainson, donde se plantearon dificultades parala difusión del pensamiento argentino y latinoamericano y el predominio del inglés para ladifusión de ensayos y literatura científica.
Como afirmó Griselda Gambaro en el discurso de apertura la literatura y el poder tienenuna relación más estrecha de lo que se cree, con vínculos que aún en democracia hansido conflictivos. Es de esperar que esta esforzada presentación de la Argentina en Frankfurt sirva para que la cultura sea el instrumento de desarrollo que se espera en unademocracia del siglo XXI.

Publicado en Semanario Perfil, domingo 17 de octubre de 2010

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Publicado en SemanarioPerfil; 17 de octubre de 2010

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