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Archive for May 2010

En relación a mi último viaje a Girona (sobre el cual aun no había publicado nada aqui), escribí lo siguiente en ADN que me parece interesante compartirles.

Las peripecias de las crisis económicas no impiden que se reflexione y se actúe sobre políticas de Estado. El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España y la Agencia Española de Cooperación, en colaboración con otras entidades internacionales, realizaron un seminario que reunió a representantes de África, Europa y Latinoamérica para debatir y comentar experiencias sobre cultura y desarrollo, tema estratégico para la mejora de la calidad de vida de la comunidad internacional.

La ciudad de Girona y su universidad nos recibieron con buenos modos y mal tiempo, y fueron escenario de una concurrencia que honraba la diversidad. La íntima relación entre cultura y desarrollo humano, si bien tiene una formulación teórica y práctica contemporánea que ya produjo un importante número de declaraciones y pactos internacionales, sigue interesando, y el intercambio de reflexiones e información sobre avances concretos es indispensable para que los principios postulados en esas normas internacionales tengan vigencia en los países que los han ratificado. Es el caso argentino, a pesar del olvido.

De las múltiples reflexiones vertidas en el encuentro, cabe destacar la advertencia ante el riesgo de caer en una interpretación meramente económica de la cultura, con su consecuente evaluación numérica (tema de la disertación de Ticio Escobar, ministro de Cultura de Paraguay), pues aunque los bienes culturales tienen cuantificación material, no puede prescindirse de su valor simbólico. Tampoco el éxito de una acción puede medirse por las reglas del mercado, pues su importancia no depende sólo del éxito obtenido, sino también de razones extraeconómicas, como la posibilidad de expresar una corriente estética o una forma particular de un grupo minoritario de la comunidad.

La diversidad presente en cuerpo y en palabra en el seminario no es un eslogan. Así lo sostuvo la ministra de Cultura de Colombia, Paula Moreno Zapata, al reivindicar la profundidad que conllevan la aceptación de los diferentes grupos de la sociedad y la necesidad del reconocimiento de sus relatos históricos.

No todo fue teoría, pues se presentaron «buenas prácticas» de los temas abordados. Se explicó el rol de los derechos culturales en planes de salud sexual y reproductiva en Bolivia y en Mali, y el productor argentino Pablo Rovito, con agudeza y encomiable síntesis, relató la experiencia de Ibermedia, fondo de cooperación iberoamericano para la coproducción y distribución de películas, y destacó las ventajas de una austera estructura administrativa.

En un rato de ocio, en esta pequeña ciudad catalana se pudo visitar un didáctico y entrañable Museo del Cine (y lamentar la ausencia de una sede en Buenos Aires). Otro sabor amargo que deja esta rica experiencia: advertir cómo en la Argentina se pierden tantas energías en intrigas pueriles.

Publicado en ADN Cultura el 22-05-2010

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Les comparto la columna de opinión que escribí para Tiempo Argentino en vistas a la reapertura del Teatro Colón.

“La reinauguración polémica del Colón”

José Miguel Onaindia (*)

La reinauguración del Teatro Colón se producirá el 24 de mayo próximo, luego de un retrasado proceso, fruto del cambio de administraciones y las disputas sobre los criterios de restauración aplicables a un edificio con un capital simbólico muy fuerte en la cultura argentina.

Si bien la preservación del patrimonio arquitectónico no es un hábito que caracterice a nuestra sociedad, no se puede soslayar que el Colón es una institución que excede enormemente el valor indudable de su edificio, pues contiene un patrimonio mueble e intangible único y que merece la misma atención que la restauración de su inmueble.

En este aspecto, los años de cierre no han sido utilizados para mejorar los problemas que afectan desde antaño a la institución y que le impiden lograr su plena capacidad productiva y una correcta inserción dentro de la comunidad.

Muy por el contrario, la reapertura se producirá con conflictos que ya han sido planteados en la justicia, con resultado hasta el momento desfavorable para el Gobierno de la Ciudad.

Hacia fines del 2009 mediante la Resolución Nro. 7/2009 se dispuso la disolución de diversas áreas del teatro, relacionadas con el cumplimiento de tareas de producción teatral y se ordenó el traslado de agentes con especialidades específicas adquiridas en el teatro que crea dudas sobre cómo se desarrollará la actividad de la institución y si será nuevamente un centro de realización artística de excelencia.

Esta duda se refuerza, porque entre diciembre de 2009 y febrero de 2010, casi el 50% de los miembros del Ballet Estable del Teatro Colón fueron intimados a jubilarse, pese a no reunir las condiciones que la ley general vigente dispone. En este punto, cabe recordar que el régimen diferencial del que gozaban los bailarines quedó suspendido desde 1996 y nunca volvió a sancionarse una ley particular que atienda a las particularidades propias de esta actividad. Durante ese período no se produjeron las intimaciones, que hoy se lanzan masivamente sin haberse antes realizado la labor legislativa necesaria, contra una compañía que es única en el país y la más importante en su especialidad en el continente. La Justicia de la Ciudad de Buenos Aires ya ha dictado, tan sólo días atrás, seis medidas precautorias suspendiendo los efectos de tales intimaciones.

Igual suerte tuvo una demanda promovida por trabajadores para proteger los bienes materiales y que luego de una inspección del Juez actuante, éste ordenó severas medidas para la preservación de los bienes muebles (elementos de biblioteca y videoteca, entre otros), que encontró en pésimas condiciones de preservación.

Estos hechos y la ausencia de solución de conflictos que hacen a la organización de la institución, demuestran que no se ha generado una reflexión ni un debate sobre cuál debe ser el rol de una institución de este tipo en el país y en la ciudad contemporánea.

La Ciudad de Buenos Aires presenta severos conflictos de fragmentación social, pobreza e indigencia. El descenso de los niveles de educación aleja también de las instituciones culturales a un gran porcentaje de las personas que no están excluidas por motivos económicos y sociales. Por eso, las instituciones culturales deben replantearse cuál es su destino frente a una realidad tan disímil a los sueños de grandeza e igualdad que tuvo el país cuando el teatro se inauguró.

La decisión sobre la función social que debe cumplir un teatro lírico y coreográfico, como su ley de creación lo define, el cuidado de los elementos humanos que permiten que se produzcan hechos de excelencia artística y la organización eficiente de un centro de producción que permita la superación del estado de postración de la comunidad en su conjunto son los temas que deben abordarse, para que el majestuoso edificio no se erija en la ciudad como un símbolo de un sociedad que no cumplió su fundado destino de grandeza.

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En el día de ayer me invitaron a participar, como orador, del almuerzo del tradicional Club del Progreso.  Mi disertación se llamó: «Cultura y desarrollo: la necesidad de un nuevo pacto social» (de hecho, algunas líneas de trabajo sobre esta misma idea las he ido desarrollando aqui y aqui e incluso -recientemente- en un Congreso al que me invitaron en Girona (España).

Quería compartirles algunas ideas que considero de suma importancia y que bien puede resumirse a 5 proposiciones.

1) La posibilidad de acceso a la cultura se multiplica día a día con la aparición de nuevos mecanismos de producción y difusión de las obras creativas. Este fenómeno requiere que se piensen los derechos desde otra perspectiva, porque la forma de articulación de sujetos y atribuciones ha cambiado.

2) El desarrollo tecnológico de los medios de comunicación y la denominada “globalización” que ese proceso ha permitido, adquiere frente al ejercicio de determinados derechos una importancia tan esencial que obliga a efectuar una revisión de los patrones de apreciación aplicados hasta la irrupción y desarrollo de este fenómeno.

3) Para superar la situación de estancamiento de nuestra legislación interna y promover las acciones estatales y privadas conducentes a armonizar todos los derechos consagrados, es necesario usar la producción y difusión de la cultura como un instrumento para el desarrollo humano. Se impone, entonces, la formulación de un nuevo pacto social:  una posibilidad de comunicación entre distintos individuos y grupos que imponen un conjunto de reglas para beneficio de todos.

4) Entender a la cultura como parte integral del desarrollo de la vida en democracia supone un salto cualitativo.  En este sentido, la actividad cultural no puede evaluarse con fórmulas aritméticas. El número de público no determina el valor de una actividad ni las reglas de mercado su capital simbólico.

5) El pacto de convivencia democrática es un acuerdo tácito y cultural, que implica la aceptación de la sociedad a sujetarse a reglas para el logro del bien común. En este marco, la intolerancia para aceptar la diferencia de pensamiento, interpretación histórica, opinión sobre cuestiones de diferente índole, es incompatible con una democracia contemporánea. Esta se caracteriza por otorgar el mayor grado de libertad del individuo para expresar su singularidad.

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Quiero compartirles la invitación que me hiciera Cristina Mucci a participar de su programa en Canal 7 este sábado, donde estaré hablando del Teatro Colón.

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