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Posts Tagged ‘Teatro Colón’

El Teatro Colón demostró que pese a los conflictos puede brindar un espectáculo de nivel internacional. La puesta de Sergio Renán de «La flauta mágica» es un espectáculo deslumbrante. Convierte a la ópera en arte contemporáneo con una concepción visual y una armonía entre música, elementos visaules y actuación que la convierten en un hecho artístico imperdible, aún para quienes no tengan especial predilección por el género. Y el teatro demuestra otra vez que puede estar en la vanguardia de la producción teatral.

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Publicado en la edición gráfica del semanario Diario Z, el jueves 17-03-2011

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Daniel Chain explica su posición frente al polémico tema

Parece condenable que una empresa privada use material del teatro [aunque éste hubiera sido material descartable] como suvenir», detalla el ministro de Desarrollo Urbano porteño, Daniel Chain, en una carta enviada al diario La Nacion tras el debate suscitado a partir de que la compañía Patagonia Flooring & Decks transformara parte del piso histórico del escenario del Colón en un regalo empresarial. La última semana, La Nacion publicó una nota sobre la utilización del piso desechado del escenario del teatro como regalo de fin de año a sus allegados por parte de la empresa Patagonia Flooring & Decks, la encargada de la renovación integral del escenario. El hecho generó mucha polémica a tal punto que, al día siguiente, Inés Urdapilleta, del directorio del Ente Autárquico del Teatro Colón, envió un pedido de informe al propio Pedro Pablo García Caffi, el director general de la sala.

De hecho, el propio Chain inició un sumario interno para intentar desentrañar lo sucedido, lo mismo que Hernán Lombardi, el ministro de Cultura de la ciudad.
«La adjudicación a la empresa Dycasa -que subcontrató a Patagonia Flooring & Decks- para la reforma escenotécnica, que incluía el piso del escenario entre otras tareas, se realizó el 10 de octubre de 2006 y lleva la firma del entonces jefe de gobierno, Jorge Telerman, y sus ministros de Cultura y Economía. El pliego firmado entonces estipulaba que el nuevo piso debía ser de la misma calidad de madera [petiribí] y tener las mismas condiciones de humedad y densidad del que se retiraba. Y con anterioridad a que asumiéramos la administración del gobierno de la ciudad, la contratista Dycasa, ya había subcontratado a Patagonia Flooring & Decks para que se ocupara, según lo indica el pliego, de la renovación del piso del escenario atendiendo al envejecimiento de los materiales y al uso intensivo al que había sido sometido», continuó explicando Chain en su texto.
Según los dichos del ministro de Desarrollo Urbano, cuando su gente ingresó en el edificio del Teatro Colón, «el piso anterior había sido completamente levantado y, de acuerdo con distintas informaciones, el piso removido estaba muy deteriorado, siendo el director escenotécnico de aquel momento quien definió qué parte podía ser usada para otros fines y qué parte era inutilizable, de acuerdo con lo estipulado en los pliegos mencionados. Nuestra responsabilidad fue la de hacer cumplir los pliegos y que el nuevo piso se ajustara a lo estipulado en ellos».
Desde la reapertura del Colón, el piso actual de su escenario ha generado serios inconvenientes. Los integrantes del Ballet Estable presentaron dos recursos de amparo; el último está en manos del abogado José Miguel Onaindia. Y si bien Daniel Saramaga, CEO de Patagonia Flooring & Decks, consideró que en la última constatación judicial realizada se demostró que el piso del escenario «está perfecto», Onaindia no piensa lo mismo. «La empresa Dycasa ejecutó la obra del escenario con impericia. Se manifiesta en vicios visibles: un juego demasiado grande entre el disco central y el resto de la superficie del escenario, desniveles, elementos sobresalientes que dificultan el trabajo de los bailarines, y falta de flexibilidad de la madera», manifestó Onaindia, en una nota publicada en este diario.
Chain defendió su trabajo y el de su gente al mencionar los seis premios obtenidos por la obra de restauración.

Publicado en la edición impresa de La Nación

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En la sala del Teatro Nacional Cervantes, en la noche del 22 de diciembre cuando habitualmente las grandes compañías del mundo, que incluye a la del Teatro Colón bailan versiones diversas de “Cascanueces”, un nutrido grupo de bailarines del Colón ofreció una gala en reclamo de trabajo ante la irrazonable suspensión de la temporada en el teatro.

La sucesión de piezas del repertorio clásico y contemporáneo mostró la tradición de un cuerpo de baile que pese a la falta de trabajo y planificación de actividades, la omisión de concursos de categorías desde hace dieciocho años, sueldos en negro y otros maltratos varios, tiene el nivel de quienes han heredado y cultivan un patrimonio intangible.

Sería injusto hacer nombres porque todos se lucieron y demostraron que tienen talento, técnica y oficio para estar al nivel de las mejores compañías del mundo. Lamentablemente, las autoridades políticas no se han percatado del bien cultural que impiden sea gozado por los habitantes y visitantes de esta ciudad.

Al mediodía del mismo día, la jueza Elena Liberatori realizó una inspección ocular del escenario y salas de ensayo del teatro, en un amparo que ocho integrantes de la compañía con mi patrocinio letrado, iniciaron en reclamo de la dación de tareas que es la obligación básica de todo empleador. Máxime cuando el empleador es un ente público que administra bienes patrimoniales e inmateriales del presupuesto público.

Los jueces se expiden por sus sentencias y los abogados alegamos dentro del marco de un proceso. Sólo quiero señalar el contraste entre la parálisis de un cuerpo artístico ordenada por las autoridades y la posibilidad de ese cuerpo artístico de brindar un espectáculo de gran calidad.

He sostenido en diversas oportunidades que  es imprescindible recordar que el teatro no es sólo un edificio con valor arquitectónico e histórico. Es también una fuente de producción cultural  única, que tiene en sus cuerpos artísticos estables y en sus talleres técnicos un potencial de creación que no ha sido atendido por las sucesivas administraciones. Muy por el contrario, la ausencia de atención de ese patrimonio intangible ha derivado en multiplicidad de conflictos y en un deficiente provecho de esa potencia latente.

Es una obligación de la sociedad civil requerir por los medios que el sistema establece que los bienes culturales de la ciudad en este caso y también de la Nación, sean preservados y se permita el mayor acceso de la ciudadanía a su goce. La paralización de la actividad del Ballet del Teatro Colón no afecta sólo a sus integrantes, sino a la comunidad entera porque priva del derecho de acceso a la cultura que la Constitución Nacional y la Constitución de Buenos Aires nos aseguran, como también lo hacen los Pactos de Derechos Humanos ratificados por nuestro país y frecuentemente olvidados.

Esperamos que la razonabilidad y la solución por consenso vuelva a ser la herramienta de construcción de una sociedad democrática, que todos los porteños nos merecemos.

 

Publicado en Tiempo Argentino, enero de 2011.

 

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La decisión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de demandar a agentes del Teatro Colón, por supuestos daños patrimoniales ocasionados por un reclamo laboral, es inusual y de incierto fundamento jurídico. La huelga es un derecho constitucional reconocido desde 1957 y una práctica dentro de las relaciones laborales, tanto públicas como privadas. El ejercicio de este derecho puede asumir diversas modalidades -paro en el lugar de trabajo, prestación a reglamento- y para que el empleador pueda tomar sanciones es necesario que la autoridad administrativa del trabajo declare la ilegalidad de la medida.
Nunca se comunicó que este procedimiento haya sido el aplicado por la autoridad local, razón que torna aún más sorprendente la decisión de iniciar acciones de carácter patrimonial. También es notable que se decida demandar a un grupo de trabajadores individuales, cuando el titular del derecho es la asociación gremial de trabajadores.
Los reclamos de carácter patrimonial por el ejercicio de derechos gremiales tampoco es usual dentro de las relaciones laborales, sino que parece una medida inconducente para lograr que los conflictos se resuelvan por las vías pacíficas y consensuadas.
Más allá del resultado final de la acción, su inicio constituye una señal equivocada de ejercicio de poder que no colaborará para que se resuelvan los múltiples conflictos que afectan a la institución e impiden que su misión social sea cumplida.

Publicado en La Nación, el sábado 05 de febrero de 2011

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Daniel Chain explica su posición frente al polémico tema.

 

Parece condenable que una empresa privada use material del teatro [aunque éste hubiera sido material descartable] como suvenir», detalla el ministro de Desarrollo Urbano porteño, Daniel Chain, en una carta enviada al diario La Nacion tras el debate suscitado a partir de que la compañía Patagonia Flooring & Decks transformara parte del piso histórico del escenario del Colón en un regalo empresarial. La última semana, La Nacion publicó una nota sobre la utilización del piso desechado del escenario del teatro como regalo de fin de año a sus allegados por parte de la empresa Patagonia Flooring & Decks, la encargada de la renovación integral del escenario. El hecho generó mucha polémica a tal punto que, al día siguiente, Inés Urdapilleta, del directorio del Ente Autárquico del Teatro Colón, envió un pedido de informe al propio Pedro Pablo García Caffi, el director general de la sala.
De hecho, el propio Chain inició un sumario interno para intentar desentrañar lo sucedido, lo mismo que Hernán Lombardi, el ministro de Cultura de la ciudad.
«La adjudicación a la empresa Dycasa -que subcontrató a Patagonia Flooring & Decks- para la reforma escenotécnica, que incluía el piso del escenario entre otras tareas, se realizó el 10 de octubre de 2006 y lleva la firma del entonces jefe de gobierno, Jorge Telerman, y sus ministros de Cultura y Economía. El pliego firmado entonces estipulaba que el nuevo piso debía ser de la misma calidad de madera [petiribí] y tener las mismas condiciones de humedad y densidad del que se retiraba. Y con anterioridad a que asumiéramos la administración del gobierno de la ciudad, la contratista Dycasa, ya había subcontratado a Patagonia Flooring & Decks para que se ocupara, según lo indica el pliego, de la renovación del piso del escenario atendiendo al envejecimiento de los materiales y al uso intensivo al que había sido sometido», continuó explicando Chain en su texto.
Según los dichos del ministro de Desarrollo Urbano, cuando su gente ingresó en el edificio del Teatro Colón, «el piso anterior había sido completamente levantado y, de acuerdo con distintas informaciones, el piso removido estaba muy deteriorado, siendo el director escenotécnico de aquel momento quien definió qué parte podía ser usada para otros fines y qué parte era inutilizable, de acuerdo con lo estipulado en los pliegos mencionados. Nuestra responsabilidad fue la de hacer cumplir los pliegos y que el nuevo piso se ajustara a lo estipulado en ellos».
Desde la reapertura del Colón, el piso actual de su escenario ha generado serios inconvenientes. Los integrantes del Ballet Estable presentaron dos recursos de amparo; el último está en manos del abogado José Miguel Onaindia. Y si bien Daniel Saramaga, CEO de Patagonia Flooring & Decks, consideró que en la última constatación judicial realizada se demostró que el piso del escenario «está perfecto», Onaindia no piensa lo mismo. «La empresa Dycasa ejecutó la obra del escenario con impericia. Se manifiesta en vicios visibles: un juego demasiado grande entre el disco central y el resto de la superficie del escenario, desniveles, elementos sobresalientes que dificultan el trabajo de los bailarines, y falta de flexibilidad de la madera», manifestó Onaindia, en una nota publicada en este diario.
Chain defendió su trabajo y el de su gente al mencionar los seis premios obtenidos por la obra de restauración.

 

Publicado en La Nación 16-01-2011

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Las autoridades el Ente Autárquico del Teatro Colón informaron mediante un comunicado que suspendían la temporada del ballet, integrado por las obras El corsario y La bayadera. La medida extrema no sólo afecta el normal desarrollo de la compañía de danza más importante por su volumen y repertorio de América latina, sino que deja sin funciones al público abonado y compromete las finanzas del Estado local, pues como indica el comunicado se habían ya realizado gastos para el montaje de las obras y con certeza deberán pagarse los punitorios de los contratos de Paloma Herrera y Marcelo Gomes, bailarines contratados para realizar funciones de ambas obras.

 

Desde que ingresó el ballet estable al teatro para realizar la función de reapertura del 24 de mayo pasado, se elevaron quejas por las condiciones inadecuadas de los pisos tanto de las salas de ensayo como del escenario. Muchos bailarines sufrieron lesiones, que en algunos casos tendrán consecuencias irreversibles en el proyecto de vida del artista porque si bien no impedirán la continuación de su actividad en forma definitiva, sí afectarán la posibilidad de interpretar los roles de mayor compromiso técnico.

 

Esta situación fue planteada ante las autoridades del Teatro y ante los medios de comunicación sin que se obtuviera una respuesta positiva. A la circunstancia invocada se agregó la incorporación de nuevos bailarines sin concurso público y mediante contrato, en calidad de “refuerzo” que en la jerga balletómana significa quienes completan los sitios que los integrantes estables por diferentes causas no pueden ocupar. Sin embargo, a este nuevo personal le fueron adjudicados los sitios que le corresponden al cuerpo estable y, en algunos casos, se le adjudicaron roles que pertenecen a solistas, en perjuicio de los miembros de la compañía que fueron desplazados o quedaron sin parte.

 

Estos reclamos fueron expuestos por escrito el pasado 29 de septiembre a las autoridades del teatro para que se tomaran las soluciones del caso y se pudiera cumplir con los compromisos asumidos, por demás escasos para una compañía de tal volumen. Desde la presentación de la nota se notificó a la autoridad que los bailarines concurrirían a su lugar de trabajo, pero se abstendrían de ensayar hasta que se les repusieran las condiciones dignas de labor que asegura la Constitución nacional en su artículo 14 bis y repiten las normas constitucionales y legales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

La respuesta luego de casi un mes de conflicto fue la suspensión de la temporada, sin haber solucionado ninguno de los temas planteados ni intentado un diálogo que permitiera arribar a una solución acordada para cumplir con el fin del teatro que es ofrecer las mejores expresiones del arte lírico y coreográfico al público. Esta medida, que implica el no otorgamiento de tareas al cuerpo de baile y severos daños a la institución, no sólo de carácter económico sino por incumplimiento de su misión específica, están fuera de la competencia de las autoridades del Ente Autárquico pues desbordan el marco de decisión administrativa y significa vaciar de contenido la existencia del teatro.

 

La “dación de tareas” es la obligación esencial de cualquier empleador, sea público o privado. Y esas tareas deben otorgarse en las condiciones que determina muy claramente la ley 471 que rige el empleo público en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como el respeto al derecho a la carrera y el ingreso por concursos. La solución de los conflictos debe lograrse mediante el consenso y la conciliación. Los bailarines como todo artista quieren actuar y es obligación de la autoridad facilitar que lo hagan porque en el cumplimiento de ese deseo está comprometido también el interés público que deben proteger.

Publicado en Página/12 – 08-11-10

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La actividad teatral de la ciudad de Buenos Aires necesita un régimen de administración más ágil y activo. Un régimen que permita la articulación con otras áreas de gobierno y que logre que la cuantiosa actividad teatral que se produce impacte -de hecho- sobre la población. Solo así, podrá ser el medio masivo de formación y esparcimiento que eleva el nivel cultural, la reflexión crítica y la contemplación estética de las personas, factores que redundan en una mejor convivencia ciudadana y cultura cívica.

El instrumento clave para aumentar la calidad, eficiencia e impacto social de la producción teatral es la AUTONOMIA FINANCIERA, por oposición a las falsas promesas de la «Autarquía» que ha demostrado sus limitaciones al respecto del Teatro Colón (algo de eso he desarrollo acá).

El efecto de esta medida redundará positivamente en distintos planos:

1)       En el plano administrativo, la AUTONOMIA FINANCIERA del Complejo Teatral de Buenos Aires es la alternativa a la total dependencia al Estado local. Pero la AUTONOMIA FINANCIERA no implica independencia sino la facultad delegada para su autodeterminación presupuestaria. Así entendida, la autonomía administrativa estaría sujeta a un cuerpo legislativo que impida la discrecionalidad y opere como garantía para los trabajadores y para la ciudadanía en general.

2)       La AUTONOMIA FINANCIERA posibilitará una mayor celeridad en la aprobación de los contratos y en el consecuente pago de los honorarios de artistas y  proveedores, sin necesidad de reformas legislativas sustanciales.

3)       En materia de régimen laboral, la actual ley 471  posibilita formar cuerpos artísticos bajo un régimen de estabilidad permanente o temporaria, con pruebas periódicas de idoneidad y regímenes jubilatorios especiales; lograr mayor agilidad y funciones en los cuerpos técnicos, indispensable para la realización de giras, y la creación de un elenco dramático estable, con contratos temporarios renovables por períodos determinados. Estas medidas ayudarán al mantenimiento de la calidad de las artes dramáticas y al sostenimiento y difusión de un repertorio, que de otras formas se pierde o deteriora.

4)       La seguridad laboral con la que la AUTONOMIA permite dotar al cuerpo de artistas hará que se concentren en el desarrollo de sus carreras  y su formación.

5)       El nuevo régimen administrativo debe acompañarse del compromiso de la nueva administración con la promoción activa de la asistencia a salas, con el mantenimiento de una calidad y diversidad de programación   y con  un plan de comunicación eficiente con la comunidad, que le otorgue una inserción social al Complejo.

6)       En materia de contenido, la administración de recursos propios del teatro (ingreso de boletería, donaciones o alquiler de sala) permite asegurar una temporada atractiva en oferta de espectáculos; mientras que el presupuesto que aprueba anualmente la Legislatura debe contener como mínimo un 30% de su total para programación y alcanzar para cumplir con el pago completo de los gastos de personal e infraestructura.

7)       Es necesario, por otra parte, retomar el  sistema de co-producción de obras teatrales que tuvo muy buena experiencia en otros años y que la dificultad de los circuitos administrativos cercenó. El sistema de co-producción permite una experiencia interesante de interacción entre entes públicos y privados, que puede acrecentar el impacto de la estructura de producción teatral de la ciudad más allá de su territorio, tal como se realizó con el Teatro Payró y que permitió al Teatro San Martín realizar experiencias fuera de su espacio.

8)       La innovación en materia de infraestructura en ningún caso puede depender de la suerte inmobiliaria de la Ciudad ni del alquiler de las instalaciones para fiestas privadas. La obsolescencia de la capacidad técnica de los teatros y del confort que brinda a los espectadores impone la aplicación de un activo plan de modernización de todo el complejo que incluya también la provisión de elementos escenotécnicos para la escena independiente.

9)       En el plano educativo, es indispensable que la actividad teatral se articule con los planes de educación, para la formación de nuevos públicos y el uso social del sostenimiento de la actividad teatral. La Autonomía permite impulsar programas de asistencia para escuelas secundarias y la creación de un centro dramático.

10)   Otro aspecto relevante para potenciar la actividad teatral es capitalizar el auge del turismo. La administración autónoma permite participar del armado de un plan que incentive el turismo hacia la ciudad y la asistencia de los visitantes a espectáculos teatrales. La representación en las provincias argentinas serían también posibles al superarse las trabas burocráticas vigentes.

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Entre los festejos efímeros que las autoridades nacionales y locales realizaron por el Bicentenario, la Dirección del Complejo Teatral Buenos Aires fue la excepción y organizó mesas de debate sobre el futuro del organismo que permitieron pensar en el futuro y en la superación del angustiante presente. La acertada medida dio oportunidad para intercambiar ideas a diferentes personas relacionadas con la actividad teatral desde diversos ámbitos.

La ciudad ha cambiado y la política no ha registrado ese cambio. Esto sucede no sólo en el ámbito cultural, pero aquí se nota con mayor énfasis, pues es la cultura la que más ha registrado el cambio que en la producción y difusión de las artes han provocado las nuevas tecnologías. El Complejo Teatral Buenos Aires, que considero ha sido y es una buena experiencia que necesita ser sostenida con otros criterios de organización administrativa y financiera, debe cumplir un rol destacado para que el teatro tenga una formulación acorde con la ciudad del siglo XXI, tan distinta a la que inauguró el Teatro San Martín hace cincuenta años.

Es indispensable que el GCBA cumpla con su deber de dotar a las salas de la infraestructura edilicia y la renovación tecnológica que todo teatro exige, para que los espectáculos que ofrece logren la calidad y el poder de cautivar espectadores, cada vez más exigentes y acostumbrados a otros modos de expresión artística. La obsolescencia de la capacidad técnica de los teatros y del confort que brinda a los espectadores impone la aplicación de un activo plan de modernización, que también implicará como toda actividad de construcción y refacción un importante incremento de fuentes de trabajo genuinas para la ciudad y de motor de su economía.

El retorno a los sistemas de co-produción con los teatros privados es una forma de incrementar notablemente la relación dinámica en circuitos cuyos límites hoy están difusos, excepto algunas pocas excepciones. Como casi todas las ciudades capitales del mundo, Buenos Aires es el centro de la actividad teatral del país y dada la forma federal del Estado argentino, debemos también contemplar una planificación para que la actividad teatral cumplida en el ámbito de nuestra ciudad se irradie a todo el país y permita construir un vínculo de identidad común. También favorecer con los recursos económicos que ningún otro presupuesto público del país otorga a la actividad teatral, la producción de espectáculos en otras provincias y ciudades del interior, como método para favorecer la integración cultural de todo el territorio. Y muy especialmente en el área metropolitana que no puede quedar fuera de ninguna planificación estratégica del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pues guarda una íntima relación con el distrito que no puede pensarse correctamente sin integrar todas las ciudades que lo circundan y multiplican sus habitantes cotidianos.

Esperemos que las autoridades políticas atiendan los resultados de los debates organizados para permitir que el Complejo tenga la capacidad de producción y promoción cultural que la sociedad espera y exige para mejorar la calidad de los hábitos ciudadanos.

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